jueves, 14 de marzo de 2013

La pena



Hace exactamente un año que no escribía y en cierto modo es ritual ya que marca el cierre del proceso que hoy  es el tema de mi post. Es curioso lo que pasa con la pena. Es como esperar un bus del  Transantiago un  día domingo. Uno nunca sabe cuando, pero estamos seguros que en algún momento va a pasar. En honor a la verdad,  hay que reconocer  eso sí, que existen penas y penas. La pena que tengo hoy no es desmesurada ni perturbadora. Es apacible, tolerable, armónica y ante todo ejemplificadora. Es una bofetada  al ego suavecita que  te hace mirar hacia dentro y tomar conciencia de dónde aprieta el zapato e incluso el calzoncillo.

No hay mucho que hacer frente a la pena más que exteriorizarla  y vivirla ya sea en llanto, martirización consciente  en canciones de radio, lectura obsesiva, digiriendo películas o simplemente caminando. Esta última es tal vez la opción más sincera. Caminar y caminar hasta que un día  llegues a una esquina y digas listo, se fue. Ese  día hay que  irse derecho a un bar y brindar solo, porque por mucho que los demás intenten acompañarte, prestar el hombro y otras formas de afecto incondicionales que en efecto alivian un poco el alma (o al menos la adormecen), la pena es como el hígado, es decir  algo tan íntimo que sólo  uno y nadie mejor que uno es capaz de saber  cuando en realidad se fue.

A veces las penas (valga la redundancia) valen la pena y otras no. A veces  se asocian a razones  y  otras  profundos misterios. A veces la pena es autoexplicativa y en otras oportunidades es esquiva de contextos. Ahora que siento  la pena desvanecerse  poco a poco me aventuro a catalogarla como   nubosidad parcial, variando a despejado. Aunque suene de manual, al final siempre sale el sol. Aunque al comienzo caliente poco,.siempre termina permeándonos la dermis. 


jueves, 22 de marzo de 2012

Comentario de actualidad en Haiku

Aysen resiste
Paco malo de adentro
el sur perdió la inocencia

NUEVA SECCIÓN COSAS IMPORTANTES QUE OLVIDÉ HACER

Inaugurando la nueva sección "COSAS IMPORTANTES QUE OLVIDÉ HACER", los dejo con el cuento corto que no envié a un concurso porque se me pasó el día D. Que es leso dirá usted, ¿por qué no lo guardó pal próximo año?. Pues sencillamente porque mis padecimientos son dinámicos y de seguro estaré obsesionado con otra cosa.


Sorpresa

Veinte minutos llevaba pensando en silencio en el cafecito de la esquina de nuestra casa cómo poder sorprenderte y me sorprendiste tú primero con dos golpes fuertes por la ventana y atrás una sonrisa. Siempre me reclamas que vivo la vida más lento que tú.

viernes, 6 de mayo de 2011

MANIFIESTO DE PERTENENCIA I


Se ha dado cuenta usted que hay olores, colores, sonidos, canciones e incluso voces que nos recuerdan partes o períodos importantes de nuestra vida. Hoy amanecí empecinado en hacer el catastro de ”mis momentos” y llevo cerca de ocho horas en eso. Sólo recordando como si el recordar fuese un ejercicio autocomplaciente y hedonista que nos permite mandar al carajo todo lo demás!

Hurgando en lo más profundo de la memoria, personal y a veces también colectiva (para no ser tan pretensioso) he llegado a la conclusión- y perdonen lo categórico- que la gente, por lo general, evade sus raíces y simplemente intenta olvidar de dónde viene. Deja relegadas al cajón penca del clóset muchas cosas que, en determinado momento, entregaron breves o prolongados momentos de felicidad.

Hoy, haciendo el ejercicio me di cuenta que pertenezco a varios lugares, momentos y situaciones y envalentonado por un plato de canellonis con bolognesa (que me recuerdan el almuerzo viendo Exito con el Pollo Fuentes antes de ir al colegio) me aventuro a hacer un pequeño manifiesto de pertenencia con los principales recuerdos de hoy:

1-Pertenezco al olor a pavimento quemado de la calle Capitán Hermedenger cuando choqué con el sport-wagon de una camioneta Luv, mientras iba en mi bici más rápido que el viento. Siento el olor del verano de aquella tarde de diciembre en que volé fruto del golpe y caí veinte metros más allá y me esguince la mano derecha y me fracturé la izquierda.

2-Pertenezco al olor a leche con plátano que hacía mi mamá luego de una tarde veraniega, para agasajar a mis invitados pinganillas.

3 Pertenezco a los cigarros de nerviosismo de mi papá en la libertadores del 93’ con Católica vice campeón. Yo, como no fumaba, menguaba la ansiedad comiéndome las uñas.

4- Pertenezco a la sensación de las ciruelas en la planta de los pies dentro de una bañera de guagua en el patio de la casa de mi vecino “el chico”, cuando pretendíamos hacer vino casero.

5- Pertenezco y “me debo” a Optimus Prime por ser juguete más pulentamente pulento de todos y al genio que se le ocurrió inventar los playmobil con pelo intercambiable. El loco sabía de ahorro y cachaba como operaba la mente infantil. ¡¡Un genio!!

6- Al insurrecto movimiento de cuello en la micro a las 7 de la mañana cuando las vértebras aún no se sueltan y eres tan pajero y adolescente que te da lata reclamar y sólo te acomodas mejor para no desnucarte.

7-Al olor a pan con atún de mi amigo Montes en el segundo recreo del colegio. Un clásico...

8- Pertenezco a las estrellas de la precordillera de Chillán en verano. Al olor a bosque, a humedad de cascada, a tortilla de rescoldo con mantequilla y a vino barato.

9-Pertenezco al antiguo olor a metro, porque, aunque usted no lo crea, en algún momento de la historia, el metro tuvo su propio olor.

10- Pertenezco al color azul metálico de mi batería. A un redoble constante sobre cualquier superficie idónea para ser percutida y al posterior “por qué no te golpeai un coco” del familiar, amigo, compañero de curso y/o desconocido más cercano.

11- Al zigzaguear de mi pie cuando estoy sentado como si tuviese el “síndrome de la pantorrilla ajena”.

12- Al olor, color, textura y sabor de una planta extraña llamada xxx (no diré el nombre para no matar el secreto milenario) que mi familia usa para hacer los rellenitos árabes.

13-Pertenezco a la lógica de que los amigos se pegan combos en el brazo en señal de cariño y no es bullyng. Los moretones pasan, pero los amigos quedan…

Eso nomas por hoy...

Felicidad global

Esos locos gringos justicieros...

Hay que puro sonreir

Cuesta tan re poco reir....
Haga la prueba

jueves, 29 de abril de 2010

Suisse rue style

Darjeeling Limited Soundtrack ,,Bombay Talkie``

Le saluda mi pensamiento señor Artaud

Los enfermos y los médicos

La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado, no hay sano que un buen día
no haya caído en la traición, por no haber querido estar enfermo,
como algunos médicos que soporté.

He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar estándolo,
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios
sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que:
BASTA LA SALUD

Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.

Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso que la vida
Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.

Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.

Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta años que tengo de vida-
me dará
mi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser, opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.

Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá

y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.

Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.

Publicado en "Les Quatre Vents",

miércoles, 28 de abril de 2010

Miradas Oblicuas

Si miro perpendicularmente a travès de mi vieja ventana y centro mi mirada en la estructura de lata sobre el edificio del frente puedo ver tele con el reflejo de la pantalla gigante de la torre entel.....